Crisis olfativa. Así llevo desde que se propuso el tema “Aromas” para el primer Veo Veo. Días oliendo por todos los rincones de mi casa, repasando fotos que me hicieran recordar. Hasta olisqueé a mi madre que me miraba con cara de circunstancia mientras hundía mi cara en su cuello.
Pero nada. Ni un recuerdo. Mi nariz había decidido desconectar de mi mente y dejarme sin memoria.
Ya había optado por abandonar el reto y esperar al del próximo mes cuando leí los olores de Maga. Entre ellos estaba el mate. Y de repente me vi sentada en la rambla de Montevideo con el mate, el termo, el olor a tierra mojada, la lluvia cayendo en diagonal, vertical y hasta en horizontal, y mi chubasquero.
Pero, ¿qué es el mate?
El mate quema y es amargo. Cuanto más amargo mejor. Y su olor… es inconfundible e indescriptible. A mí me huele a hierba seca, me huele a madera, me huele a tradición, me huele a amistad, me huele a agua caliente… Me huele a Montevideo.
Porque Montevideo huele a mate, a lluvia, a libro usado, a bizcochitos y milanesas, huele a leña para el asado, a invierno, a faso seco y fuerte, huele a mar, a dulce de leche, a vino y a coche viejo.
Me vinieron a la mente recuerdos: “no cojás la bombilla con la mano gallega” porque para mí era como una pajita de metal; o “el mate no se pide, se espera a que te llegue el turno” porque me volví adicta y no podía fumar sin tomar, o “solo el cebador puede darle la vuelta al mate Martita”, porque me gustaba jugar con la bombilla y cambiar la yerba de un lado a otro.
Justo ayer preparé mate para ver el fútbol, pero no fue igual. Su sabor y su olor no es el mismo aquí que allá. Su olor amargo y fuerte me hizo fruncir el ceño y chupar con miedo, con recelo a un sabor desconocido como la primera vez que lo tomé. Quizá era porque no usé mi mate sino el de Pablo o porque no encontré yerba Canarias y me tuve que conformar con la que vendían en el autoservicio de debajo de casa. No lo sé. El caso es que el mate no huele ni sabe igual en mi sofá que en la rambla, ni en verano que en invierno, ni sola que acompañada. Porque Madrid no es Montevideo y porque ayer no había termo, ni lluvia, ni mar.
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17 Comments
Mariana
20 mayo, 2015 at 20:41Hola! Entre acá por casualidad, leyendo tu post sobre los balcanes y me encontré con este informe tan lindo sobre Montevideo. Me alegro que te hayas llevado a España con tanto arraigo nuestras costumbres tan antiguas… Tan antiguas que muchas de ellas nacieron en España, y pienso que es por eso que te gustaron tanto 😉 te esperamos a la vuelta! Chau!
Marta Aguilera
21 mayo, 2015 at 10:04Hola Mariana! Lo primero espero que encontraras información útil sobre los Balcanes. Y lo segundo, me alegro mucho que haya gustado esta entrada sobre el mate 😉 Viví 4 meses en Montevideo y es una ciudad de la que guardo buenísimos recuerdos y amigos. ¡Tengo muchas ganas de volver! Un beso 🙂
trekkingandtravel
11 noviembre, 2014 at 17:45Hola muy lindo relato de que trata el mate y cual es su mística. La ciudad de Montevideo es hermosa por si sola. Los uruguayos son buena onda y tener mar es una verdadero privilegio
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Seba
21 junio, 2013 at 6:22Qué lindo texto, Marta! Qué lindo poder viajar con los sentidos!
Esto del Veo veo me está gustando mucho, je.
Saludos desde BA
Seba
Marta Aguilera
5 julio, 2013 at 12:02Muchas gracias Seba!!! 🙂
Un abrazo!!!
adriana
20 junio, 2013 at 20:21precioso relato, me ha emocionado y transportado , a la rambla, a los días de lluvia, a esas charlas en fin a Montevideo, como no, genial, besoo
Marta Aguilera
20 junio, 2013 at 21:02Muchas gracias Adriana!! De eso de trata, de transmitir y transportar. Me alegro de haberlo conseguido 🙂
Un saludo!!!!
Elena
18 junio, 2013 at 18:23Precioso Marta! Es impresionante como un olor nos puede transportar a un lugar completamente distinto, me han entrado ganas de oler Montevideo 😉
Un abrazo
Marta Aguilera
20 junio, 2013 at 10:22Yo te recomiendo que vayas a olerlo porque el paisito engancha y mucho!!! Gracias por tus palabras Elena 🙂
Un abrazo!
Fairley
18 junio, 2013 at 13:35Que recuerdos tan lindos! Es verdad que el sabor del mate no viaja, se queda ahi, en la rambla de Montevideo!
Marta Aguilera
18 junio, 2013 at 13:57Qué alegría verte por aquí!!! 🙂 🙂 Y sí, habrá que volver pronto para recuperarlo!! Un beso muy fuerte!!!
Marta Aguilera
18 junio, 2013 at 11:27Algo tenéis por ahí abajo que crea muchísima adicción!!! Un abrazo!!! 🙂
binhasalgada
18 junio, 2013 at 2:31Que gran verdad! A mi el mate tampoco me sabe igual acá.Lo tomo solo muy de vez en cuando, pero en cuanto llego a Argentina me vuelvo hiperadicta y me sabe genial de nuevo 🙂
Sonia
17 junio, 2013 at 19:35¡Pero qué relato tan bonito Marta! Me han dado ganas de escapar, salir por la ventana de mi casa para irme lejos a encontrar el aroma del mate…
Un abrazo!
Sonia
Marta Aguilera
18 junio, 2013 at 11:26Muchas gracias Sonia! Sí, este tipo de relatos te teletransportan a los recuerdos de otros viajeros y molan muchísimo!! Lo mismo me pasó a mí con tu lavanda, Granada, Cadaqués… Quién estuviera allí!!!
Un abrazo!!!