“¿Cuándo es que te ibas a Paraguay?”, me preguntaba la gente meses antes de mi partida. Y sí, ambos son países chiquitos y sudamericanos, pero no tienen nada que ver entre ellos. En Paraguay toman tereré y están a más de 30º todo el año. Los uruguayos, sin embargo, matean y en invierno se pelan de frío.
Tardé en llegar a Montevideo más de 14 horas, pero al final allí estaba: contenta, ansiosa y muy nerviosa por ver qué me encontraría. Tras la primera impresión me dieron ganas de agarrar mis maletas y volverme a Madrid: una casa baja con siete habitaciones, un salón, una cocina y un baño no demasiado cuidados fueron mi cartel de bienvenida. Y aunque traté de imaginármela como el viejo estudio de un pintor francés en el centro de Montmartre, lo cierto era que se asemejaba más a Esta casa es una ruina que al estudio de Toulouse-Lautrec.
Ya instalada me dediqué a explorar la zona. Mi calle, Barrios Amorín, cortaba con 18 de Julio, la principal arteria de la ciudad que iba desde la Ciudadella hasta el Obelisco. Paseé por la Ciudad Vieja y me alegré mucho de no estar alojada en ese lado de la ciudad. Por la noche debía ser bastante espeluznante caminar por ahí.
Comencé a toparme con carros cargados de cartones tirados por caballos. Pronto comprendí que formaban parte del mobiliario urbano, igual que los coches, los autobuses y las bicicletas. En mi primer paseo no encontré nada apetecible, salvo un viejo ejemplar de La Tregua de Mario Benedetti, una historia de amor enmarcada en tierras montevideanas. Y es que “Monteguay” no era una ciudad de avenidas perfectas ni edificios impresionantes, pero sí englobaba una riqueza cultural, histórica y social que acabó por enamorarme.
Mundial 2010 en Montevideo
El Waka Waka de Shakira era barrido por los cánticos uruguayos al ver como su selección llegaba a cuartos de final. Y al son del “Yo soy celeste” me empapé de su espíritu y les animé como si el mate y el dulce de leche corrieran por mis venas desde el día que nací. Al final fue La Roja la que se llevó la copa. Solo 15 días en el paisito, pero ya extrañaba mi ciudad como si llevara un año.
Más artículos para viajar por Uruguay
- Montevideo es como un amor de verano
- Anecdotario: El doble sentido del español
- Casapueblo, la ‘escultura habitable’ de Punta del Este
- Veo Veo #1. Aroma a Montevideo y yerba mate
- La Noche de la Nostalgia en Uruguay
- Mundial 2010 – Eurocopa 2012: Todos con La Roja
- Mi experiencia como periodista en Montevideo
- Mis recuerdos de Montevideo
- Mis lugares favoritos de Uruguay
- Montevideo: primeras impresiones a mi llegada a Uruguay
Recuerda que también puedes seguirme a través de mis redes sociales. ¡Te espero!
3 Comments
ambar
20 febrero, 2014 at 1:34muy lindo Uruguay, recorrer las calles a puro mate!
Marta Aguilera
25 febrero, 2014 at 17:41Es una maravilla de lugar!!! 🙂
M de Mi aMado Montevideo, M de Miriam, M de Mapas
3 octubre, 2013 at 17:53[…] Qué ver en Montevideo La Mochila de Mamá […]