Cuándo alguien me pregunta cuáles son esos lugares imprescindibles de Uruguay, siempre respondo lo mismo: Colonia del Sacramentos, Punta del Este, Cabo Polonia y Punta del Diablo.
Colonia del Sacramento
Calles empedradas, atardeceres y tranquilidad es lo que mejor define a Colonia, una ciudad costera y chiquita al oeste de Uruguay. Es ideal para pasar un fin de semana o incluso una ida y vuelta en el mismo día. Está a tan solo dos horas en autobús desde Montevideo y es el nexo de unión más cómodo y popular para pasar a Argentina vía Buenos Aires.
Punta del Este
Es uno de los balnearios más importantes de Sudamérica y uno de los puntos turísticos de mayor relevancia en la República. Tiene una ubicación privilegiada: sobre una estrecha franja de tierra que divide las aguas del Río de la Plata y el Océano Atlántico. Calma y oleaje al mismo tiempo y sin girar la mirada.
N.A: Aquí veranean celebrities americanas, como Shakira.
En Punta Ballena se localiza Casapueblo, que es obra del pintor y escultor uruguayo Carlos Páez Vilaró y un símbolo de este balneario. Es un homenaje a su hijo, Carlos Miguel, uno de los 17 supervivientes del accidente aéreo de los Andes en 1972 sobre el que se escribió un libro, Viven, que se llevó a la gran pantalla a principios de los 90.

Es una “escultura habitable” porque en su interior cuenta con varias salas en dirección al mar, donde constantemente se llevan a cabo exposiciones de esculturas, pinturas y cerámicas. Las puestas de sol desde allí son maravillosas. Muy cerca está la isla de Lobos, donde se localiza la colonia más grande de lobos marinos de América del Sur. Las mejores temporadas para verlos son primavera y verano.
Punta del Diablo y Cabo Polonio
Para mí los lugares imprescindibles de Uruguay por excelencia. Son dos preciosos balnearios localizados en el departamento de Rocha, al este del país.
Punta del Diablo es un lugar increíble donde lo más impresionante son sus playas kilométricas, aunque la cantidad de lobos y leones marinos que van a morir allí en invierno estropean un poco el paseo. En invierno toda esta zona está bastante muerta, pero muchísimo más tranquila y relajada. Me alojé en el hostel Diablo Tranquilo que era lo único que había abierto y que fuera asequible.
Cabo Polonio es parque nacional además de balneario. Está muy cerquita del balneario de Valizas. Desde el faro también se pueden avistar Lobos marinos, incluso en invierno. Cabo Polonio es especial, diferente y un lugar al que volveré algún día, sin ninguna duda.
Es un lugar idílico e irreal (al menos en temporada baja). Tiene una veintena de casas rústicas dispersas por la playa. Algunas de ellas también tienen función de restaurante o bar y otras de posada. Tienen la electricidad mínima para la nevera y cocinar. Por la noche se alumbran con velas y obviamente no hay nada asfaltado. Por todo esto nuestra llegada al Cabo fue un poco surrealista. Cogimos un bondi (autobús) en Punta del Diablo que nos dejó en mitad de la autopista. Ahí teníamos que esperar un camión que nos llevaría al poblado (solo dejan pasar un número limitado de coches por el tema de la contaminación). Estaba anocheciendo, lo que incrementaba nuestro nerviosismo por llegar y saber dónde íbamos a alojarnos. Ya era noche cerrada y no llevábamos linterna. A los pocos minutos de bajarnos del camión, un hombre nos alumbró con un farol y nos preguntó si buscábamos alojamiento.
Le dijimos que sí y nos llevó al Hostal del Cabo, regentado por Pancho. Éramos los únicos huéspedes y nos dio una habitación en la planta de arriba con vistas a la playa. Nos invitó a cenar pescado recién salido del mar (o al menos eso nos dijeron) y vino. Con Pancho había tres amigos más (sesentones) que cenaron con nosotros y compartieron sus porros y el mate. Después nos llevaron a tomar cerveza a casa de unos amigos que tenían un restaurante. Y a la luz de las velas reímos, bebimos y nos conocimos. Luego nos llevaron al bar de otro amigo que era ciego y tenía muy mala leche. Cuando quisimos regresar al hostel, estábamos tan perdidos que dimos unas cuantas vueltas hasta dar con la casa correcta. A la mañana siguiente todo tenía otro color y descubrimos que Cabo Polonio engancha y mucho.
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