Tranquila, limpia, discreta… así es Riga, o al menos es como me la presentaron. Que me dijeran que de las tres capitales bálticas era la más “feucha”, me hizo verla desde otra perspectiva, con otros ojos. Le cogí cariño sin conocerla. Confié en ella y estuvo a la altura.
No sé porqué pero desde siempre siento predilección por lo marginado, lo feo, lo que no gusta a la mayoría. Por eso disfruté paseando por Riga y descubriendo que no es la hermana fea de las Repúblicas Bálticas, ¡ni muchísimo menos!
La caminamos con ganas, con cariño, con tiento y con muchísimo mimo. No sé si fue porque hicimos todo lo posible para que nos gustara o porque la ciudad realmente es bonita, pero el caso es que nos conquistó. Nada más llegar, soltamos las mochilas y salimos a pasear por las empedradas calles del casco antiguo, nos dejamos sorprender por sus casitas de colores, los callejones con música, las flores, los artistas callejeros… ¿Te vienes a recorrerla conmigo?
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Qué ver en Riga
Sin mapa y sin prisa nos perdimos por el centro y nos dejamos llevar por su ritmo pausado. La capital letona avanza a ritmo de pedal, como buena ciudad europea. Es limpia, ¡limpísima! Casi daba apuro mancharte las suelas de los zapatos de barro y salir a pasear. Pero también es muy discreta por estar a la retaguardia de Tallinn, la líder del triunvirato báltico. Y lo que muchos no saben es que la ciudad te atrapa sin darte cuenta nada más poner un pie en sus calles.
De paseo por el centro
Lo primero que encontramos fue Los Tres Hermanos. Estos tres famosos edificios en hilera llaman la atención por la simplicidad de sus formas y el tamaño de sus ventanas. Al parecer, en la Edad Media se calculaba el valor del inmueble en función del tamaño de los ventanales. Curioso, ¿verdad?
Riga tiene mucha vida y queda patente en sus plazas y sus parques. Nos encantó la plaza Livona donde además de haber muchísimas terrazas para sentarte a tomar algo o ver a la gente pasar, tiene unos jardines que están perfectamente cuidados y presentados. La plaza de la catedral también nos gustó mucho por su amplitud y los preciosos edificios que la rodean.
Paseamos por el parque a orillas del río Daugava y subimos a la torre de la iglesia de San Pedro para disfrutar de unas vistas increíbles de Riga. Muy recomendable si te gustan los miradores y no te importa subir escaleras, claro.
Museo de la ocupación
El museo de la Ocupación es uno de los más interesantes y mejor ilustrados en los que he estado. El hecho de centrarse en la historia reciente de Letonia (desde la II Guerra Mundial hasta su independencia de la URSS en agosto de 1991) ayuda a que esté tan bien documentado con fotos, objetos, recortes de prensa… y a captar la atención del público.
Para ayudarte a seguir el hilo de la exposición, ya que solo con los carteles informativos puede resultar bastante lioso, hay unas carpetas en diferentes idiomas donde viene explicado todo el conflicto. Nosotros cogimos uno de los dos cuadernos que venían en español y no lo soltamos en toda la visita. Gracias a él nos enteramos de que durante la primera independencia letona entre 1920 y 1940 se creó el Tribunal de la Cheka que se encargaba de juzgar y eliminar, casi sin límites legales, a los antisoviéticos y revolucionarios.
Ratslaukums o plaza del ayuntamiento
Justo al lado del museo está la preciosa Ratslaukums presidida por la Casa de los Cabezas Negras. Es uno de los edificios más significativos y espectaculares de Riga por la ornamentación de su fachada y su singular arquitectura. Data de 1334 y pertenece al gótico tardío del Báltico. En aquella época, la actual plaza del ayuntamiento era el mercado de la ciudad y este lugar, conocido entonces como La Casa Nueva, albergaba una hermandad de mercaderes solteros llamada Los Cabezas Negras.
Academia de las Ciencias
Nuestra idea era pasar la tarde recorriendo Spikeri, una zona de antiguos talleres transformados en galerías de arte, cafés y restaurantes sobre la que había leído cosas bastante interesantes y me apetecía mucho conocer. Cuando llegamos allí encontramos todo cerrado por reformas y no había ni un alma. Así que ya que estábamos allí, decidimos subir al mirador de la Academia de las Ciencias. Su estructura me recordó muchísimo al Palacio de la Cultura y las Ciencias de Varsovia. Las vistas son prácticamente las mismas que desde la iglesia de San Pedro, así que si no tienes mucho tiempo, puedes ahorrarte el paseo.
Dónde comer en Riga
En los dos días que pasé en Riga me dio tiempo a descubrir algunos lugares que bien merecen ser destacados:
1. Teatra Restoran y Teatra Bars. Es un sitio moderno, ecléctico, kitch. La mezcla de lo vintage y garage te invita a tomar asiento nada más entrar y no perder detalle. Podrás disfrutar de una cocina internacional a muy buen precio. El personal es muy amable y se agradece bastante, pues a pesar de mi amor por este país, la simpatía no es su fuerte.
Este restaurante se encuentra en el centro de Riga pero un poco alejado del casco histórico. Aún así, merece la pena acercarse hasta aquí. No se ve con facilidad, pues está escondido tras la puerta de un garaje. Al otro lado se extiende un patio con una terraza muy acogedora. Lástima que cuando llegamos ya era muy tarde y la tenían recogida.
2. Apsara. Encontramos esta casa de té en el margen del parque Vermanes que da a Elisabeta iela. Cuando nos dimos cuenta de que llevábamos una hora tumbados saboreando los tanques de té que nos pusieron, supimos que el sitio merecía la pena por su localización y por cómo era.
Si te gusta el té, no lo dudes y ve a tomarte uno allí. Tienen tropecientos mil tipos de tés negros, rojos, blancos, de frutas… ¡Una pasada! Además, la casita de madera es muy bonita y la terraza está repleta de camas que dan al parque. ¿A quién no se le pasaría el tiempo volando en un sitio así?
3. Taka. Este colorido restaurante se encuentra en Miera, una antigua zona de fábricas que ahora está plagada de cafés, librerías, restaurantes y conserva la fábrica de chocolates Laima. ¡Menudo olor más rico desprende! Esta es la parte más alternativa de Riga, y aunque está un poco retirada del centro, merece la pena darse un paseo por allí.
Taka es un restaurante vegetariano bastante low cost pero de una calidad excepcional. De hecho nos quedamos bastante sorprendidos porque para lo que íbamos a pagar ¡no esperábamos que estuviese tan bueno! Nos gustó mucho el ambiente familiar que se respiraba: sillones, mesas bajitas, espejos, pizarras… e incluso podías meter la bici dentro del local.
4. Kanepes Kulturas Centrs. Este lugar apareció como caído del cielo durante nuestro paseo por el paseo Art Nouveau de Riga. Es un centro cultural urbano con un patio habilitado como terraza. Underground, hipster, gafapasta… Mucha mezcla, conexión, amabilidad, wifi gratis, cerveza barata e incluso podías llevarte tu propia comida para hacer un picnic en el patio. Durante los meses de verano y primavera celebran conciertos, exposiciones, mercados… ¡Una pena no haber coincidido!
Desde su edificación en 1895, este lugar ha tenido multitud de usos: fue casa de aristócratas rusos y alemanes a finales del siglo XIX; luego fue tomado por artistas y bohemios de la Academia de las Artes y de la Universidad Técnica de Riga, e incluso fue el hogar de los estudiantes de música de la escuela de música “Jāzepa Mediņa”.
Por cierto, Kanepes en letón significa cannabis pero a nosotros nadie nos ofreció nada…
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10 Comments
Rosi
14 marzo, 2014 at 16:16Gracias Mochila… otra vez con tus fotos y comentarios he viajado desde mi pais y mi ciudad. La ciudad bella,pequeña tus fotos la muestran hermosa y tus comentarios me hacen fantasear con caminar por sus calles antiguas y muy limpias …Gracias muchas gracias!!!
Marta Aguilera
17 marzo, 2014 at 15:53Gracias a ti por tus comentarios Rosi! 🙂
UN abrazo!!
Riga, Art Nouveau en el Báltico | En el mundo perdidoEn el mundo perdido
12 septiembre, 2013 at 10:54[…] La mochila de mamá- Riga, el cisne del Báltico ¿No sabes qué […]
Jūrmala, la playa sin olas
11 septiembre, 2013 at 11:42[…] ya comenté en la anterior entrada sobre Riga, los letones son gente muy limpia y además me gustaría añadir que también son muy respetuosos. […]
Pacoyverotravels
10 septiembre, 2013 at 18:30Nosotros disfrutamos mucho de Riga y del paseo. Sobre todo cuando nos sentamos junto al rio con los patos. A mi la mas feucha me parecio Vilnius porque Riga la vi muy animada.
Un abrazo
Marta Aguilera
11 septiembre, 2013 at 9:54Y además como lo tienen todo tan tan bien cuidado, da gusto pasarse horas y horas en un parque o junto al río. Ahora solo me queda probar la noche de Riga, que parece ser que también merece la pena, jejejeje 😛
Alícia Bea
10 septiembre, 2013 at 10:17Pues viendo las fotos y leyendo tus experiencias, Riga no tiene nada de “feucha”. Otro destino que apunto a mi lista de viajes pendientes. Un saludo
Marta Aguilera
10 septiembre, 2013 at 10:28Y eso que las fotos se ven fatal en el blog y no sé porqué!! :___(
Pero sí, Riga sorprende muchísimo! A todo el mundo se le llena la boca con Tallinn y a mí la verdad es que me dejó bastante fría, pero eso ya será en otro capítulo 😉
Un abrazo guapa!
Sonia - La Zapatilla
9 septiembre, 2013 at 9:49No me extraña nada que te gustase Riga, a juzgar por lo que cuentas y por las fotos que has colgado parece una ciudad en la que dan ganas de perderse unos días. Seguro que está mucho menos masificada que otras capitales europeas, además de tener un encanto indiscutible. Yo creo que el buen tiempo también ayudó seguro. Las fotos se ven realmente preciosas. Ya me dan ganas de planificar un viaje por esas tierras… 🙂
Marta Aguilera
10 septiembre, 2013 at 10:31Y eso que las fotos se ven fatal en el blog y no sé porqué!! Porque en el ordenador salen perfectas :___(
Riga me gustó desde el minuto 1 y aunque hay turistas, no es algo exagerado y eso se agradece porque en general somos bastante ruidosos, jejeje.
Recomiendo muchísimo la ruta por estos 3 países, yo he vuelto encantada! 🙂
Un abrazo Sonia y gracias por tu comentario!